De entre todos los eventos scouts del país, en particular hay dos que gozan de excepcional popularidad entre la membresía: el EEAS (Encuentro de Expresión y Arte Scout) y La flor de lis más grande del mundo (Latas).

Tradicionalmente, el Latas se realiza en Febrero, pero por algunas, digamos “curiosas” políticas gubernamentales que mantuvieron ocupada la plancha del Zócalo, la Flor de Lis se tuvo que aplazar algunos meses para terminar realizándose hace apenas unos días (28-29 de Agosto).

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Es necesario aclarar que el cambio de fecha no es la “eventualidad” de esta edición en la que quiero poner énfasis. Tampoco es la baja asistencia la noche del sábado (con un espíritu festivo menor a ediciones anteriores) o los miserables resultados de este año (sólo 601 mil latas, mientras que el récord es de poco más de un millón). En realidad pretendo aprovechar la oportunidad que tuve de ser parte del Staff de Seguridad para comentar al respecto de la actitud de éste (que algunos incluso calificaron como “negligente”).
Sucede que el latas dispone de un decálogo de reglas que buscan, no siempre con éxito, asegurar el armonioso desenvolvimiento del evento. El decálogo del pasado latas contenía algunas restricciones que a mi parecer inhiben el “espíritu” festivo del evento, con desagradables consecuencias que pudimos apreciar este año.

DSC018543Mientras que la prohibición de realizar juegos de contacto en la plancha me parece muy atinada, considero que impedir la compra-venta de mercancía por parte de los asistentes es un error. Sin duda, uno de los incentivos para asistir al Latas es la oportunidad de aprovechar el mercado “cautivo” que genera el evento y que resulta propicio para vender mercancía esculta: parches, pulseras, nudos, silbatos y toda clase de artilugios. Mientras que la mercancía ofertada no sea ilegal, no veo un legitimo motivo para dificultar las finanzas personales de la membresía.

En cuanto al cierre de la plaza a la media noche, que tanto descontento ocasiona, he de decir que ahora, más que nunca, aplaudo la medida. Como miembro del staff de seguridad me ‘topé’ en la noche con sujetos ajenos al evento que no siempre estaban en sus cinco sentidos (gracias a la Secretaria de Seguridad Pública DF por el apoyo prestado), y por obvias razones ponían en riesgo la seguridad de todos los participantes.

Lamentablemente los problemas nocturnos no se limitaron a civiles non-gratos. De hecho, la mayoría de las confrontaciones con el equipo de seguridad provino de la membresia desobligada (amerita el calificativo) que, aunque consciente de la restricción de paso a media noche, optó por asistir a una de las fiestas que tradicionalmente se desarrollan paralelamente al latas, y en lugar de regresar a la plancha del zócalo antes del cierre optaron por excederse en el tiempo e ¡incluso en la bebida!, lo cual resulta totalmente intolerable.

Cerca de la una de la mañana me argumentaba alguno de estos juerguistas: “¿Acaso tu no tienes vicios?”, y la respuesta fue clara: “los tengo, soy un ser humano, pero soy parte del movimiento Scout y por tanto busco ser mejor cada día para poder servir eficazmente a mi sociedad…, me cuesta trabajo creer que te hagas llamar Scout y recurras a ese tonto argumento para justificar tus faltas al reglamento que, por cierto, tú voluntariamente te comprometiste a seguir… No hay vuelta de hoja, no entras. La plancha está cerrada desde media noche y hasta el amanecer… Regresa más tarde.”

Otro de los “argumentos” muy socorridos por los infractores del reglamento del latas (y alguno que otro del código civil federal y local) fue la cuestión de nuestra amistad. Lo cual me parece aún más triste. Fueron mayoría los que aceptaban la legitimidad de la norma, pero pedían una excepción a su aplicación, algunos basados en una supuesta situación “excepcional” que padecen y que es obviamente un invento, y otros, los peores, apelando a nuestra amistad…, tantos fueron que hasta parece ser algo cultural, habrá que dedicarle un post al tema próximamente.

Sin embargo, en nombre de la verdad, debo aceptar que efectivamente algunos de mis compañeros del Staff, incluso yo, en algunos momentos llegamos a rayar en el despotismo. Pero en defensa he de decir que la mayoría del Staff estuvo presente desde muy tempranas horas del sábado (algunos incluso desde la noche anterior) y que dormimos muy poco. Por lo que la fatiga pronto se convirtió en estrés al enfrentarse continuamente a la insistencia (algunos bien dirían necedad) de los infractores que deseaban ser benefactores de la omisión voluntaria y/o de la excepción a la norma.

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En resumen, me parece que la organización de los siguientes latas deberán contemplar la necesidad de flexibilizar el reglamento y tal vez mejorar más las actividades nocturnas. La presentación de bandas y el karaoke de este año fue una muy buena idea, pero tal vez hace falta algo más. No sé…

Con relación al staff me parece que hubo dos errores: uno la pésima alimentación (que amerita otro post al respecto de los pésimos patrocinadores de la ASMAC), y dos, el verdaderamente importante, los turnos; ser elemento de seguridad toda la larga jornada resulta desgastante, lo cual desde luego, borra las sonrisas de nuestros rostros y nos terminan tachando de intolerantes.

En cuanto a los participantes, es profundamente necesario que se comporten con madurez. La gran mayoría ya son mayores de edad, y no es posible que siendo clanes, no sólo violenten el reglamento interno, sino que además (afortunadamente pocos casos) violenten el Código Civil del Distrito Federal. ¡Compórtense a la altura de lo que sois: Scouts!

Bueno… éstas fueron mis apreciaciones al respecto del Latas 2010 y sólo queda recordar que LO AQUÍ ESCRITO NO REFLEJA NI EXPRESA NECESARIAMENTE EL PUNTO DE VISTA DE LA ASOCIACIÓN DE SCOUT DE MÉXICO A.C.