Al pueblo de México:
A las amas de casa de todo el mundo:
A la opinión pública internacional:

La primera década del siglo nos ha demostrado que la humanidad enfrenta grandes retos que ponen en duda el futuro de nuestros hijos, hemos llegado a un punto de inflexión en el cual nuestras acciones personales y colectivas habrán de marcar el resto de la era que corre.

Hoy me tomo el atrevimiento de distraerte de las festividades (y de la alegría de recibir regalos) para invitarte a la gloriosa lucha que un grupo de ciudadanos hemos decidido emprender para derruir uno de los más viejos y arcaicos paradigmas que azotan nuestra sociedad.

¡Nunca más dejaremos que la dignidad humana y la solución a los problemas que enfrentamos languidezca ante la ignominia del Planchado de la Ropa!

Durante décadas hombres y mujeres (más mujeres que hombres) han padecido de la tiranía de la Plancha de vapor. Educadas en el falso supuesto de que “las arrugas deben desaparecer”, generaciones han visto marchitar sus fuerzas frente miles de horas inútilmente mal gastadas en la labor de planchado.

Siendo las arrugas en la ropa resultado natural del necesario proceso de lavado, y careciendo ellas de perjuicios probados a la salud, los abajo firmantes encontramos irrisoria la falacia del argumento mal llamado “estético” a favor del planchado. Consideramos irracional destinar fuerza de trabajo, tiempo, materia prima y energía a una actividad enajenante que en realidad no reditúa beneficio alguno a la sociedad.

Los tiempos que corren dejan poco espacio para las actividades lúdicas, enfrascados el cumplimiento del deber laboral pocos son los que encuentran tiempo libre en su vida. ¿Porqué entonces malgastarlo planchando? ¿No será mejor usar esas horas para el desarrollo de nuestras capacidades afectivas, artísticas e intelectuales en beneficio propio, de la familia y seres queridos e incluso de la humanidad misma?

Si el cambio climático es en buena medida resultado del irracional gasto energético ¿Porqué gastar miles de Volts en la generación de calor para quitar arrugas que en nada dañan al ambiente?

¿Acaso obligar a miles de personas a realizar el enajenante labor de planchado no es atentar contra la dignidad humana?

Por ello, esté año entrante no permitiremos más que nuestros prejuicios entorpezcan nuestra calidad de vida. No plancheremos más la ropa y no dejaremos que nos discriminen por las arrugas en ella. ¡Cambiaremos de raíz los paradigmas de belleza de la sociedad! ¡Animo! ¡La lucha será larga pero vale la pena!