Aún es pronto para prever las repercusiones politico-sociales que la revelación que hoy hace Wikileaks ocasionará al mundo. Calificar positiva o negativamente a Wikileaks resultaría prematuro e ingenuo pues ante la trascendencia histórica del hecho, debemos actuar con mesura y sobre todo pensar con prudencia.

Sin embargo, pese a la cercanía del hecho, me parece que si podemos vislumbrar un posible peligro para la neutralidad de la red. Si antes ya existían voces que nefastamente clamaban por el control (“regulación” le llaman) de la Internet, después de esto, no debe sorprendernos que pretendan abusar del término “seguridad nacional” para justificar la censura informática.

Debemos estar atentos, pues cabe la posibilidad de encontrar en los próximos días titulares periodísticos en los que se acuse a Assange de amenaza internacional o peor aún, que se califique a la red como “vehículo de terroristas”.

Ya permitimos que en nombre de la seguridad se violente la soberanía de nuestros cuerpos (ahora se nos desnuda en los aeropuertos), no demos oportunidad de que se coarte la libertad de la información. Los ciudadanos de todo el mundo deben acercarse a sus legisladores para lograr que se aprueben leyes que garanticen la neutralidad y libertad de la red.

A partir de ahora resulta inevitable que en el corto o mediano plazo se quiera regular internet. Debemos asegurarnos que, de hacerse, la regulación no sea censura, que la red siga siendo por siempre libre y neutral.