El escultismo brinda un estilo de vida tan encantador, que no es extraño encontrar muchachos que en algún momento se alejaron de él (incluyéndome), pero que finalmente regresaron(mos) al movimiento Scout. Ésto no es porque la vida civil no llene nuestros directorios y agendas, sino porque las actividades propias de la práctica Scout brindan sensaciones difíciles de obtener en otros lugares ,y también te permite conocer a tus amigos de formas impensables en la vida civil (al punto que terminas considerándoles como parte de tu familia). El movimiento Scout brinda satisfactores muy profundos a nuestro ser, de allí lo difícil que resulta dejar la práctica activa del escultismo.

Precisamente es por esta imposibilidad de alejarse del movimiento que la partida Rover se nos presenta como una profunda disyuntiva hacia el futuro. Cumplidos los 22 años es momento de partir a la vida civil o de iniciar la capacitación para servir como scouter.

Comprendo porque lo vivo, lo difícil que es aceptar alejarte (al menos en actividades) de tus hermanos que aún no terminan su recorrido por el sendero Scout. Comprendo la tentación de continuar con ellos y con ese estilo de vida, aunque sea como dirigente o scouter. Sin embargo, también comprendo (o eso trato) el objetivo real del movimiento scout: Ayudar en la formación de ciudadanos íntegros, satisfechos y felices que sean útiles para la patria y para las generaciones futuras. Hombres y Mujeres que construyan efectivamente un mundo mejor. La realidad es que la vida Scout es solamente un apoyo para la formación durante el crecimiento de los próximos adultos. La promesa y la ley Scout sólo se pueden cumplir cabalmente en el ejercicio de la vida ciudadana. El auténtico servicio y la efectiva construcción de un mundo mejor no se hace desde la patrulla o del grupo Scout. Se logra desde el seno mismo de la sociedad.

Antes de decidir ante la disyuntiva de la partida, debemos reconocer que todas las aventuras que nos brindó el escultismo sólo eran preparatorias para la verdadera aventura de nuestra vida: que es precisamente VIVIRLA.

No caigamos en la soberbia de pretender guiar a otros más jóvenes en su camino por la vida cuando nosotros mismos no hemos aprendido a remar nuestra canoa. Para dirigir una sección debemos primero poder dirigir adecuadamente nuestras vidas. Brindar un consejo a un muchacho exige una experiencia personal previa superada exitosamente. Difícilmente un Rover recién salido del clan tiene la suficiencia intelectual, moral y espiritual para guiar a un muchacho.

¿Cómo podrá él guiarles? ¿De qué calidad serán sus consejos y enseñanzas?… A lo mucho será un buen amigo, como lo pueden ser sus compañeros de clases, pero no será su scouter.

Por favor, antes de pretender ser scouter o dirigente… Antes de pensar en guiar a un muchacho en su formación: sea usted un ciudadano íntegro, satisfecho y feliz.

 

 

 

LO AQUÍ ESCRITO NO REFLEJA NI EXPRESA NECESARIAMENTE EL PUNTO DE VISTA DE LA ASOCIACIÓN DE SCOUT DE MÉXICO A.C.