Tantas veces visitó la casa, tantas veces sucedió lo mismo: Desde la puerta de su casa la señora repetía: “No joven, ya sabe que Rodolfo siempre llega muy tarde y se va muy temprano, ya no insista”. – Pero esta vez el Capacitador decidió terminar el ciclo – “Esta bien señora, sólo necesito que me firme la Carta y se la dé a su hijo, esto no lo compromete en nada pero me permite a mi continuar el trabajo. Le prometo que después de esto ya no me verá por aquí”. -De acuerdo hijo.

La anciana cruzó el patio, el Capacitador-Asistente Electoral (CAE) esperó paciente tras las rejas de la entrada. La anciana avanzaba con mucha lentitud, jamás le había visto de tan cerca, Marcos pensó que tal vez era mejor así, terminar pronto con ese ciudadano. Probablemente su insistencia había incomodado mucho a la mujer, tal vez era cierto, Rodolfo,  el Ciudadano sorteado nunca estaba en su domicilio.

La anciana recibió y firmó los documentos de su hijo a través de los barrotes, dio media vuelta y empezó a cruzar el patio. En algún momento uno de sus pies “falseo el paso”, la señora cayó de costado sin tener tiempo de amortigüar la caída con sus manos, fue un golpe fuerte.

El CAE atestiguó impotente el accidente desde las rejas. Afortunadamente la mujer no permaneció mucho en el suelo. Llamado por los quejidos de su madre Rodolfo, el mismo que nunca estaba en casa porque “trabaja mucho”, salió para ayudarle mientras fulminaba con la mirada al CAE. ¿Pero que culpa podría tener él de la caída?

Historias así abundan en el trabajo electoral. Un porcentaje importante de la población decide no ser partícipe de los procesos políticos que marcan su vida cotidiana, tal vez sea porque no comprenden el largo proceso histórico que hay detrás de que sea posible realizar elecciones o que ignoran el complejo reto logístico que es una elección o, en el peor de los casos, que simplemente son sínicos… Cualquiera que sea el caso, hoy quiero hablar de lo difícil que es instrumentalizar una elección.

Para el Proceso Electoral Federal en curso se espera una votación de al menos 45 millones de Ciudadanos. Sin embargo, el voto es un derecho ganado a base de largas luchas y no pocas vidas y el Instituto Federal Electoral está obligado a tener suficientes casillas operando para que cada uno de los 79 millones y medio de Ciudadanos que hay en el país pueda, si así lo desea, asistir a emitir sufragio el próximo 1 de julio. Para lograrlo hace falta instalar casi 145 mil casillas en todos los rincones del país ¡Lo cual es todo un reto!

La mayoría de la gente cree erróneamente que las elecciones federales consisten en un únicamente en el día de la Jornada Electoral, y esto no es así. Oficialmente, los trabajos encaminados directamente a realizar la elección inician en Octubre con la primer sesión del Consejo General del IFE. Sin embargo, para que esta sesión sea posible, es necesario realizar trabajo previo, por lo que, en realidad, toma casi un año completo preparar una elección.

Formalmente a todo el trabajo realizado para hacer posible una elección se le conoce como Proceso Electoral y se divide en cuatro etapas de desigual importancia y magnitud:

  1. Preparativos de la elección: De octubre del año anterior de la elección a un día antes de la jornada electoral.
  2. Jornada Electoral: de las 8:00hrs a las 18:00hrs aprox. del primer domingo de julio del año electoral en cuestión.
  3. Resultados y declaración de validez de las elecciones: A partir del cierre de casillas hasta la resoluciones finales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación con respecto a la elección de Diputados y Senadores, cuyo plazo máximo es Agosto.
  4. Dictamen y declaración de validez de la elección de presidente: Que finaliza cuando el TEPJF agota todos las impugnaciones realizadas y declara al presidente electo, tiene como plazo máximo el mes de septiembre.

De manera que, para lograr que las escasas 10 horas que dura en promedio la Jornada Electoral sean posibles, hace falta destinar 274 días: 6,583 hrs de trabajo de miles y miles de funcionarios y Ciudadanos. Todo sea para garantizar la democracia electoral mexicana.

Según el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) la República Mexicana se divide en 300 distrito electorales que a su vez se dividen en un gran número de secciones electorales. En cada una de las secciones debe instalarse una casilla y para ello, en cada Distrito hay una Junta Distrital del IFE encargada de garantizar que todos los Ciudadanos de su territorio puedan votar.

La extensión geográfica y la magnitud demográfica de cada Distrito es distinta, pero en promedio, cada Junta Distrital debe instalar unas 500 casillas. Como eso implica demasiado trabajo, el personal administrativo permanente resulta claramente insuficiente, por lo que a principios de cada año de elección el IFE contrata una gran cantidad de personal temporal. Este año, entre Capacitadores y Supervisores fuimos contratados 34,000 mil ciudadanos.

En mi Distrito somos diez Supervisores Electorales, cada uno de nosotros tiene a su cargo ocho capacitadores con la misión de integrar unas 50 casillas (algunos supervisores tenemos más o menos casillas asignadas).

Según el COFIPE, las casillas electorales deben integrarse por 7 funcionarios: 4 titulares y 3 suplentes. Estos funcionarios deben ser tomados de forma aleatoria (según dos sorteos) de entre la población de la sección electoral a la que pertenece la casilla. En principio, eso no sería problema, se sortean a siete personas y listo. Sin embargo, la casi totalidad de los ciudadanos sorteados no quieren ser funcionarios de casilla así que es necesario sortear un número mayor de personas. La experiencia nos ha enseñado que para lograr integrar las casillas de una sección es necesario sortear al 10% de la población que reside en el mismo. Eso significa que en mi distrito fue necesario sortear a 30, 000 personas.

Del 09 de marzo al 30 de abril, lo que se conoce como primer etapa de  capacitación, es necesario visitar las casas de cada uno de los 30,000 sorteados para brindarles una capacitación introductoria al tema electoral, entregarles la carta de notificación que hace oficial el sorteo (que no les compromete a nada) y preguntarles si estarían dispuestos a ser funcionarios de casilla y tomar una segunda capacitación a más detalle para poder cumplir con esa misión.

Como este sorteo es uno de los candados que garantizar la limpieza de las elecciones,  entregar las cartas se vuelve literal: no basta dejar la carta, hay que encontrar al ciudadano para tratar de convencerlo y proporcionarle en mano su notificación. La ley exige que se obtenga la firma del ciudadano sorteado. Por ello, los CAEs y Supervisores nos vemos obligados a visitar varias veces y en todo horario un mismo domicilio.

Si hacemos cuentas, cada día se tenía que encontrar y notificar a 576 ciudadanos. La ley es clara, hay tiempos definidos para cada paso y etapa y se deben cumplir. EL PROCESO ELECTORAL ES SIEMPRE UNA CARRERA CONTRA RELOJ  que no se puede perder porque en ella se juega la estabilidad democrática del país.

Es por eso que resulta aberrante y hasta grosero cuando un ciudadano se esconde para no recibir la carta de notificación. Al final, ser CAE o Supervisor es un trabajo   y como en cualquier otro siempre hay presión por parte de los jefes y de los tiempos. Que el miedo o la irresponsabilidad de algún ciudadano te retrase inventando mil y un historias resulta muy ofensivo.

El primer requisito para ser ciudadano es ser mayor de edad. Resulta increíble la cantidad de “adultos” incapaces de resolver sus asuntos personales. Recibir a una persona que te lleva buscando días, más que una cuestión de ciudadanía, es una cuestión de madures.

La primer etapa ha llegado a su final, mis capacitadores y yo visitamos exactamente a 2, 696 personas, de todas ellas sólo 698 aceptaron la posibilidad (subrayo: la posibilidad) de ser funcionarios de casilla el próximo primero de julio.

Hoy inicia una segunda etapa de capacitación. Se volverá a visitar a todos los ciudadanos sorteados que aceptaron participar y de entre ellos se eligirán mediante otro sorteo a los 336 funcionarios de casilla que necesito para integrar mis casillas asignadas.

Ya veremos cómo se desarrolla las semanas que quedan para la elección. Ojalá el clima político incentive la participación ciudadana.