Hace exactamente un año, en la FIL de Guadalajara, Enrique Peña Nieto demostró a la sociedad mexicana su profunda incapacidad intelectual y política, y a pesar de ello, hoy, a exactamente 365 días del suceso, se le nombra presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Pareciera que la banda presidencial es el regalo de aniversario de la que es, hasta ahora, su mayor pifia.

Resulta increíble que después de semejante demostración de ignorancia; que luego de sus machistas declaraciones, de su infructuosa visita a la Universidad Iberoamericana, de las revelaciones de The Guardian, y de todo el oscuro pasado y presente de su partido, sea él, Enriquesobrino de Montiel, uno de los candidatos con menor experiencia pública, quién tome las riendas del país justamente en este momento histórico tan delicado y tan complejo que nos toca sobrevivir.

Recuerdo que durante la noche del 2 de Julio pasado, aún estando recibiendo los últimos paquetes electorales en la Junta Distrital, un ciudadano que escuchaba la radio desde su automóvil nos hizo saber que, como resultado del Conteo Rápido, el Consejero Presidente del IFE y el mismísimo Presidente de la Nación habían dado ya la victoria a Peña Nieto. La resignación se dibujó en el rostro de muchos de los presentes, pero también surgió la alegría y las sonrisas de otros muchos, que aunque minoría, eran bastante significativos (tal vez uno de cada tres).

Imagino que en todo el país se repitió una escena similar. Ese día tanto los priistas militantes de siempre, como los ciudadanos simpatizantes de ocasión y de oportunidad, festejaron, con conocimiento de causa o sin saberlo, el regreso del pasado. A la mañana siguiente, el tres de Julio, envié un mensaje a los conocidos que sabía simpatizaban con el partido tricolor: “Alégrate, ellos han ganado. Pero tú, tú nunca olvides que TÚ los llevaste al poder”.

Ahora que el Congreso se ha parapetado como preparativo esencial para ungir al nuevo y democrático dignatario de la nación, os invito a todos los priistas de ocasión, a todos los ciudadanos que sin militar en el PRI y que por cinismo, ingenuidad o con sincero convencimiento votaron por el viejo dinosaurio, y que ahora se regocijan de verle con la cinta presidencial; pero también a todos aquellos que no salieron a votar, o que anularon su voto, a que escriban con letras grandes y visibles en el techo sobre su almohada para que sea lo primero que vean al despertar y lo último al dormir, y de esa forma inmortalicen la alegría que sienten este día en el que coronan a su líder, la frase:

¡YO LOS LLEVÉ AL PODER!

Y cada vez que vayan a dormir, a forma de canción de cuna susurren lo frase una y otra vez: yo los llevé al poder… yo los llevé al poder… yo los llevé al poder…

Y por las mañanas, mientras escuchan las noticias matutinas en el desayuno, os invito también a que inicien el día diciendo en voz alta: ¡Yo los llevé al poder! Y respiren satisfechos de haber votado o dejado de votar de la forma en que lo hicieron el primer domingo de julio pasado.

Finalmente, y si no es demasiada molestia, marquen por favor su calendario en la hoja correspondiente al 2 de Diciembre de 2013: “Y aún así, un año después, YO LOS LLEVÉ AL PODER”.