La centésima edición de Foro Joven, revista de la Asociación de Scouts de México A.C. (ASMAC), es evidencia de los vientos autoritarios que soplan en la organización. La publicación inicia con un mensaje del Presidente Scout Nacional, Francisco Macías Valadez, un contador de 69 años que parece haber encontrado en el Escultismo los reflectores y el protagonismo que la jubilación le había negado, en el que intenta felicitar a la membrecía pero termina vanagloriandose de su habilidad para estrechar manos (“firmar convenios”, según sus palabras).

“El número cien es una frase redonda.”
Sébastien Loeb.

En su texto Macías  refuerza su autoestima acompañando sus palabras con 15 fotografías en las que él aparece al lado de políticos y otros personajes públicos; la mitad de ellos vinculados al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Al finalizar su monólogo, el Presidente resalta la frase: “que nos conozcan y nos reconozcan por lo que somos y hacemos”. Efectivamente, lo que él hizo con esta edición de Foro Joven y los cambios que la gobernanza Scout está permitiendo en el Movimiento, son signos reveladores de su carácter.

I. Narciso pretérito.

Se supone que Foro Joven está especialmente dirigida a la membrecía (sí, con “c”) beneficiaria del programa de la ASMAC. También se supone que el público objetivo de la Asociación son la infancia y las juventudes del país. No obstante, a lo largo de 40 páginas la revista reproduce 93 fotografías que en su gran mayoría pertenecen a adultos claramente mayores de 50 años. Apenas una tercera parte de las imágenes tiene como protagonistas a las personas beneficiarias del programa educativo.

De 30 fotos en las que hay jóvenes, tan sólo en 11 aparecen como protagonistas, mientras que en el resto simplemente posan como elementos decorativos en un cuadro que, en realidad, enfoca a algún dirigente (ver fig. 1). Este discurso centrado en resaltar la vanidad de los adultos más grises de nuestras filas, se ratifica en el contenido de la revista. En menos del 35% de la publicación (14 páginas) se habla de actividades realizadas por la membrecía juvenil, y en ninguna se ofrece información que enriquezca su desarrollo personal o mejore su técnica de vida al aire libre. En cambio, en el 48% de la edición (19 páginas) se presumen las actividades realizadas por adultos que ni siquiera brindan servicio a nivel provincial; mucho menos en grupo o sección.

Lejos de satisfacer al público que va dirigido, este número de Foro Joven sirvió como mausoleo de adulación en el que nuestro Presidente fue el personaje estelar. El rostro de Macías ocupa el 27% de toda la comunicación visual de la revista. La única persona que compite en exposición es Carl Gustaf Folke, Presidente de la Fundación Scout Mundial, y ni siquiera él logra llevarse las palmas dado que aparece en 24 imágenes, mientras que Macías lo hace en 25. De Ahmad Alhendawi (Secretario General de la Organización del Movimiento Scout Mundial) o de Pedro Díaz Maya (¿acaso Jefe Scout Nacional?) ni hablemos porque juntos no suman ni diez tomas. ¿Qué beneficio deja al lobato o a la tropera lectora de la revista este contenido? Toca a la membrecía decidirlo.

II. ¡Era un jefe de chocolate… wapa!

Los estatutos y ordenamientos de la ASMAC son precisos. Según ellos, corresponde a la Oficina Nacional ejercer la labor operativa de la Asociación, mientras que al Consejo Nacional toca la representación legal y la supervisión del ala ejecutiva. Por ello, Pedro Díaz es formalmente la figura más destacada de nuestro movimiento, pero a lo largo de los últimos meses se acumula evidencia que sugiere más bien un papel de mera figurilla decorativa.

Me refiero no sólo al hecho de que el Jefe Díaz únicamente aparece en 4 fotografías (en tres de las cuales comparte escena con Macías). Sino a la directa intervención que tiene el Presidente en las actividades y el personal de la Oficina Nacional.

Según el organigrama de la ASMAC, el Consejo Nacional (como órgano colegiado) puede sugerir y hasta exigir cambios operativos al Jefe, pero de ninguna forma puede implementarlos directamente. Mucho menos, puede hacerlo uno de sus integrantes de manera unilateral y sin mediar un acuerdo de Consejo que lo justifique.

Aún así, Macías se ha tomado la libertad de pasearse por los pasillos de Córdoba para exigir cosas al personal y, en ocasiones, despedirlo al menor capricho. Todo sin que Pedro haga nada para reivindicar la dignidad de su investidura y sin la intervención de ninguno de los otros catorce (¡catorce!) integrantes del Consejo Nacional.

En este punto Foro Joven también es revelador. Al menos durante los últimos quince años (periodo que pude revisar) ningún empleado de la Oficina Nacional había tenido una exposición tan favorecedora como la que tuvo Tanny Meza en este simbólico número 100 de la revista.

Tanny es un ejemplo llamativo porque ocupó diversos puestos en la Oficina Nacional, alcanzando relevancia durante la administración de José Luis Cárdenas de quien fue su mano derecha. Posteriormente, con la llegada de Macías, ella estrenó el cargo de “asistente de la Presidencia”. Cabe mencionar que nunca antes un Presidente había “necesitado” una secretaria remunerada con el presupuesto de la Asociación. Pero la verdad es que tampoco, nunca antes, un empleado tuvo tan ejemplar espacio en Foro Joven: A Meza se le permitió auto elogiarse a dos páginas completas, logrando aparecer en más fotografías que el propio Jefe Scout (50% más).

Al parecer tiene sus ventajas permanecer en los círculos cercanos a Paco Macías (como también sabe la Consejera Patricia González que tuvo el gusto de recorrer Europa en su compañía). Sin embargo, como es usual de las personalidades sensibles, basta un error para ser exiliado de sus afectos: Tan sólo dos semanas después de la distribución de la revista número cien Meza fue directamente despedida por Macías.

Igual suerte corrió el hijo de Tanny. Tan sólo unos días después del despido de ella, Macías también separó de su cargo como Responsable de Desarrollo Institucional a Francisco Meza. Dejando a la Oficina sin el único director joven de su plantilla e iniciando el paulatino desmembramiento de la única área integrada en su totalidad por jóvenes. Un equipo que, además, es responsable de la mayoría de los “éxitos” presumidos en los últimos dos informes anuales, entre los que se destacan las firmas de múltiples convenios (los mismos en los que adora tomarse fotos el Presidente) y la Flor de Lis más grande del mundo.

Tanto el comportamiento de Tanny como de Francisco habían sido ejemplares en materia de disciplina “institucional”, rayando incluso en el servilismo, pero ello no impidió su despido ni despabiló a Pedro Díaz, quien se ha dedicado a guardar silencio ante la usurpación de sus funciones. Me pregunto si acaso sería oportuno que la Procuraduría Federal del Trabajo se vaya enterando de las prácticas laborales de la ASMAC.

Bien dicen que “una organización comienza a morir cuando vive de los mediocres leales y prescinde de los brillantes críticos”. Si bien, la Oficina Nacional ya llevaba camino recorrido en ese sentido, ahora parece inaugurar una nueva etapa en la que también se deshace de los leales laboriosos, para beneficiar a los leales inútiles pero aduladores: A base de desplantes y omisiones, la Oficina Nacional se está quedando sin el personal que la mantenía a flote.

Cierro este artículo preguntando a la membrecía:

¿Cómo es que Macías llegó hasta ahí?
¿A qué responde la mansedumbre de las Presidencias de Provincia ante estos hechos?
¿Por qué se desactivaron los mecanismos de control que deberían ejercer el Consejo Nacional y la Asamblea Nacional de Asociados?

La respuesta es compleja, pero os adelanto una pista por la cual iniciar las reflexiones: Jorge Arturo León y Vélez. Si mi visión no me falla y si la teoría política es consistente con la realidad de la ASMAC, él es un hábil operador que parece ser el único que no se ha perjudicado de los múltiples cambios que ha sufrido la élite scout nacional en los últimos cuatro años. ¿Cuál es el papel que juega Arturo en la grilla esculta para sobrevivir a un proceso que ni Gudiño ni Cárdenas soportaron?

 


Nota al margen: De la mano de estos cambios, hay una visible diáspora de talentos humanos en la Asociación que permea incluso a nivel de grupo. Al parecer, siguiendo la atinada oración de la doble A: “Danos serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, valor para cambiar las que sí podemos, y sabiduría para discernir la diferencia”. En otra ocasión expondré la evidencia que me hace aventurar la hipótesis de la diáspora, pero por ahora sólo adelanto mi deseo de no renovar mi membrecía, así que probablemente este será uno de los últimos post en la materia.

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