Ya sé que el título de este post no tiene nada de creativo, sin embargo, lo cierto es que por definición un Scout es un ser que ama: Amamos la naturaleza, amamos la justicia, amamos la paz, y por sobre todo: los scouts amamos a la Humanidad, porque el amor es la motivación legítima del servicio y el servir es el valor fundamental del Escultismo.

”Ama y haz lo que quieras.
Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor,
si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor.”
San Agustín

Hace unas semanas me presentaron un matrimonio de dirigentes Scout que se conoció hace casi tres décadas en un grupo Scout que ya ni siquiera existe. En aquel entonces ella era gacela y él lobato, y en esos lejanos tiempos eran “amigos cercanos”.

En el momento de pasar a tropa Scout (a eso de los 10 años) sus caminos se separaron porque la familia de ella se mudó y perdieron toda comunicación. Los años transcurrieron y la vida de cada uno de ellos cambió y tanto él como ella terminaron (más pronto ella que él) dejando olvidadas las actividades Scouts.

Sin embargo, tiempo después, y ya siendo adulto él aceptó la invitación de un amigo que conoció en tropa y que jamás abandonó el Escultismo de participar nuevamente en un grupo Scout. Él afirma que fue una de las mejores decisiones que ha tomado en su vida.

Un sábado cualquiera, ella vio a un hombre uniformado de Scout y le produjo un poco de nostalgia, así que siguió con la mirada sus apresurados pasos hasta que él notó que le veía y le correspondió de igual forma. Al cruzar sus miradas el reconocimiento fue inevitable. Ambos se acordaron de sus días en la sección menor y aunque se recriminaban por haber olvidado la existencia uno del otro, también agradecieron que el Escultismo sirviera de pretexto para volver a encontrarse.

El resto de la historia es predecible, después del encuentro (ese día él llegó tarde a las actividades, por cierto) se volvieron a ver varias veces. Con el tiempo se descubrieron enamorados y al paso de los meses decidieron intentar una vida juntos. Hasta ahora parece que les va bien, ojalá sigan así por mucho tiempo.

También recuerdo que una vez una amiga a la que le guardo mucho afecto (y con la que salí durante algunos meses) soñó que se casaba y que al momento de hacer sus votos, tanto su prometido como ella también renovaban su Promesa Scout. Puede sonar disparatada una boda así, pero sinceramente creo que no lo es. Si la boda es el momento simbólico en el que ambos novios aceptan compartir y construir juntos sus sueños, los del otro y los de ambos, ¿por qué no habrían de también satisfacer juntos la honrosa misión de construir un mundo mejor?

Debido al lugar tan importante que tiene el amor en la filosofía Scout, el observador ajeno al movimiento no se debería de extrañar al ver que a veces surjan de entre nuestras filas romances que duran toda la vida. Más es necesario advertir que los amores surgidos dentro o por motivo del Escultismo que maduran hasta alcanzar el matrimonio son, en realidad, bastante escasos.

Dado que se puede ser Scout desde los seis años de edad resulta normal y hasta saludable que en promedio la mayoría de los romances Scout no duren más de unos meses o, inclusive, mucho menos tiempo. La respuesta a este fenómeno es obvia:  los niños, los adolescentes y los adultos amamos de formas, duración e intensidades distintas pero no por ello menos bellas o menos sinceras.

Subrayo: “No por ello menos bellas o menos sinceras”. En Tropa Scout cuando conocí a una chica de otro grupo durante actividades de Provincia. Recuerdo que en su momento sentí que jamás amaría a nadie como la ame a ella y, aunque ahora, bajo la óptica de la madurez que nos va dejando el tiempo valoro distinto la intensidad del amor que le profesé, aún recuerdo con mucha alegría y satisfacción nuestros momentos juntos; de hecho, ella me ha comentado que también disfruta de esas memorias. 🙂

Sin embargo, pese a la natural inocencia de nuestro amor hubo una señora de corta visión que criticó nuestro sincero afecto. Entre otras cosas lo calificó de “imprudente” porque, según sus palabras, a “nuestra corta edad” no “debería ser”, pero ¿acaso hay edades imprudentes para el amor? Siempre que éste se desenvuelva de forma acorde y saludable a la etapa de desarrollo en la que están los enamorados ¿por qué habría de impedirse su romance? ¿Por qué habría de negar su felicidad?

Un amigo cita continuamente a John Lennon cuando dice: “Vivimos en un mundo dónde nos escondemos para hacer el amor… aunque la violencia se practica a plena luz del día”. Creo que tiene razón.

Buena parte de los males que afectan al mundo son resultado de nuestra sistemática necedad a enseñar y aprender el amor, a nuestra resistencia a vivirlo y a permitir que las siguientes generaciones lo vivan. Cada vez que escondemos las muestras sinceras de afecto por considerarlas “inmorales” o “vergonzosas” dejamos espacio para que se manifiesten las muestras verdaderamente inmorales del odio.

En ese sentido, bajo el consejo oportuno del Scouter y del padre de familia que se ha librado de prejuicios y se ha educado, las enseñanzas que la experiencia de vida Scout puede brindar son fundamentales en la formación de los individuos y, por lo tanto, en la construcción de un mundo mejor.

¿O será que simplemente, en el fondo, los Scout también tenemos corazón?

LO AQUÍ ESCRITO NO REFLEJA NI EXPRESA NECESARIAMENTE EL PUNTO DE VISTA DE LA ASOCIACIÓN DE SCOUTS DE MÉXICO A.C