Ser presidente de una nación puede ser una tarea muy difícil, pero definitivamente dejar de serlo es diez veces peor. Apenas se anunció oficialmente en noviembre pasado que el ex-presidente Felipe Calderón Hinojosa (FCH) había sido invitado a participar en la Harvard John F.Kennedy School (HKS) como conferencista e investigador, y algunos de sus críticos no tardaron en hacer circular una petición on-line con la intención de presionar a los directivos de la institución educativa para que nieguen la beca al ex-presidente. Luego, Javier Sicilia y Sergio Aguayo enviaron una carta al Decano de la HKS en el mismo sentido, y recientemente Héctor Vasconcelos amenazó con renunciar al titulo que obtuvo en Harvard si la Institución no cambia su postura al respecto.

Desde 2006 he sido un crítico constante de la gestión de FCH como Presidente de México, pero no por ello puedo evitar disentir de la opinión de los casi 33 mil firmantes on-line y de los arriba citados, pues considero que presionar a Harvard para que no acepte a Calderón en sus aulas es una acción más propia de un berrinche que de un acto de justicia. Creo que se trata más del ‘desquite” que de un acto propio de un oposición política digna del nombre.

Hoy Calderón no es más el Presidente de México, ahora es un ciudadano como otros tantos, y su inclusión en Harvard (una universidad de talante plural y diverso) no equivale en lo absoluto, por ejemplo, a la designación de Alberto Bazbaz como director de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, o de Gerhard Schröder como presidente del consejo de vigilancia de la NEGP. La participación de FCH en el programa “Angelopoulos” no se trata del premio que desde la administración pública se le da al mal funcionario para protegerle, sino de un convenio celebrado entre un particular y una empresa privada, que además, es extranjera.

Vale entonces la pena preguntarnos con sinceridad: ¿Qué tan diferente es la presión de Sicilia, Aguayo, et alii, a la presión ejercida por los padres del Colegio Lomas Hill para despedir a la Mtra. Cecilia Hernández? ¿Qué tan válido es que particulares presionen, arguyendo cuestiones éticas y/o morales, a una empresa privada para negar el empleo o la contratación a un tercero, que también es particular?

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No se trata de defender o no el sexenio de Calderón, sino de reconocer el derecho a la libertad de expresión, y hacer honor a la verdadera justicia y no a la falsa idea maniquea de la que nos quieren convencer algunos detractores del ex-mandatario. Las deudas que Felipe Calderón tiene con el país, resultado de su desastrosa gestión como Presidente, deben ser cobradas por la Historia y por los tribunales, y no mediante la des-acreditación que únicamente busca impedir que construya una vida ‘fuera-de-la-Presidencia’, y que en nada beneficiaría, más allá del ‘desquite’ de la ‘revancha’, a las víctimas de la guerra contra el narcotráfico.

En cambio, la participación de Calderón en la J.F.Kennedy School es una excelente oportunidad académica para los estudiantes de Harvard, ya que su experiencia de gobierno en una época tan difícil para el país es invaluable. Más allá de si gobernó bien o mal, de si acertó o erró en sus decisiones, escuchar de propia voz y bajo el cobijo de la libertad académica las explicaciones y reflexiones que tenga que dar sobre su estancia en los Pinos, es una oportunidad que no nos vendría mal tener en México. 

Basta con pensar unas pocas preguntas que Calderón podría responder, para reconocer la fundamental importancia que tiene su testimonio en la comprensión de la historia reciente del país: ¿Qué pasó por la mente del Presidente cuando recibió la noticia de que el avión donde viajaba el segundo a bordo, el Secretario de Gobernación, se estrelló? ¿Cuál es la condición actual de la Presidencia en México, como para que su titular, aún teniendo a su disposición toda la fuerza del Estado, grabe un vídeo despidiéndose de sus hijos por si es asesinado? ¿Cómo se toman decisiones de gobierno en un país donde el ‘parte de guerra’ diario resulta tan espantoso? ¿Cuál fue el verdadero móvil de la desaparición de Luz y Fuerza del Centro? ¿Cómo se afronta una crisis en seguridad y otra en economía al mismo tiempo?

Estas y otras preguntas serán formuladas y respondidas dentro de los muros del Massachusetts Hall. Sin duda sería mejor que sucedieran estos diálogos en territorio nacional, pero por lo reciente de los hechos, tal vez Estados Unidos sea el único lugar donde el ex-presidente se sienta con la seguridad y libertad académica suficiente para hablar con sinceridad.

México necesita escuchar las explicaciones y sus reflexiones de Calderón. Y los mexicanos necesitamos dejar de pensar en términos maniqueos el ejercicio del poder.

Actualización 21-01-13: En el sitio web de CENCOS se anunció hoy que el rector de la Kennedy School ya respondió a la carta que Sergio Aguayo y Javier Sicilia enviaron hace unos días. El texto completo se puede consultar aquí. Reproduzco un párrafo:

Muchos de nuestros estudiantes valoran enormemente la posibilidad de entablar una discusión directa con un ex jefe de Estado aun cuando no estén de acuerdo con algunas de las políticas o posiciones de ese líder. Por conocer muy bien a nuestros estudiantes estoy seguro que la estancia de un año del Señor Calderón creará numerosas oportunidades para una discusión y un debate rigurosos entre el expresidente y nuestros estudiantes en torno a un amplio rango de asuntos significativos.