En un post anterior criticaba la propuesta de un mundo totalmente transparente que nos hace Wikileaks, argumentando que el Estado sigue una lógica distinta a la del ciudadano común, y que el ejercicio de gobierno en ocasiones exige actuar de formas que pueden ser mal vistas desde la óptica de la ética de “a pie”, pero que resultan necesarias en el juego del poder real, cosa que no siempre comprende el ciudadano común.

Sin embargo, para tristeza mía, en los últimos días el gobierno mexicano se ha esforzado por demostrarme que la lógica de Estado (el pensamiento estratégico de alto nivel que exige el ejercicio de poder en un escenario de competencia internacional) no sólo rebasa al ciudadano promedio, sino que también escapa al raciocinio de nuestros funcionarios federales (cuando menos).

Los pocos cables liberados sobre México confirman la profunda incapacidad por parte del régimen para enfrentar los grandes retos nacionales. En ellos la embajada norteamericana asegura que la estrategia federal para el combate al narcotráfico es inútil. Que la muerte de Beltrán Leyva es resultado de una orden girada directamente por la embajada ,primero a SEDENA, que se comportó como cobarde, y luego a la Armada, quien finalmente realizó el operativo, y no producto de la inteligencia mexicana (como dice la versión oficial), a la cual describe en estos términos: el CISEN “no tiene la capacidad para coordinar, con eficacia, el trabajo interinstitucional, sobre todo cuando se enfrenta a gigantes como la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP), que prácticamente lo eclipsa en presupuesto, personal y otras cuestiones de recursos”, al tiempo que califica a la PGR como incapaz de llevar a la cárcel a los detenidos.

Y aunque Estados Unidos no sea santo de nuestra devoción, no debemos menospreciar el contenido de los cables porque si bien hace falta ver lo que el mundo piensa del imperio, por lo mientras, lo que Estados Unidos sabe del mundo basta para poner en aprietos al gobierno mexicano, entre otros.

Wikileaks arrastró al Gobierno mexicano a un nuevo escenario de transparencia en dónde exhibe sus miserias, y en lugar de responder en una tónica apropiada para la nueva realidad, el régimen como la avestruz apuesta por la opacidad, fingiendo que esto nunca pasó.

En lugar de dar respuesta a todas las inquietudes que el contenido de los cables provoca en la ciudadanía mexicana, el gobierno se conformó con congratular al gigante del norte omitiendo cínicamente el hecho de que, sin importar la legalidad de su procedencia, la revelación de los cables le obliga a rendir cuentas claras y reales sobre asuntos que no son poca cosa, pues en ellos se juega el destino de la nación.

Un verdadero hombre de Estado sabe que aunque errar en el ejercicio gubernamental puede tener un costo electoral, no corregir el rumbo cuando se sabe errado, tiene un elevado costo histórico.

La administración Calderonista está a tiempo de aceptar el contenido de los cables y, con el valor que la nación demanda, emprender las correcciones necesarias para poder afrontar con éxito los retos que enfrenta la sociedad mexicana. De hacerlo, el Celderonato será recompensado por la Historia e incluso, quién sabe, en las urnas… El sexenio aún no termina y la solución del país no puede esperar.