Durante el último sexenio, Movimiento Ciudadano (MC) ha emergido en el escenario político mexicano como una alternativa para aquellos que buscan una opción diferente a los partidos tradicionales. Con campañas frescas y virales como la del niño Yawi, han logrado ganarse una imagen fresca. De hecho, Dante Delgado, su líder y fundador, presenta al partido como la tercera vía ante los partidos de siempre.  En sus palabras son “la nueva opción que demanda México” y, contrario a la mayoría de los analistas, defiende que la elección de 2024 no está condenada a un encuentro bipolar. Sin embargo, el éxito actual y aún más el potencial de la marca MC frente el electorado, no encuentran sustento en la capacidad real del partido para movilizar votantes.

Los gobiernos de Movimiento Ciudadano en Jalisco y Nuevo León sólo alcanzan al 11% de la población nacional. Y eso, con el matiz de que en Nuevo León apenas controlan el 10% de las presidencias municipales. En la Cámara de Diputados la bancada emeceista no llega al 5% de las curules y en la de Senadores representan menos de la décima parte. En la última elección presidencial apenas alcanzaron 1.8% de la votación y habrían perdido el registro de no haberse aliado con el PAN y el PRD; partidos que hoy son menospreciados por Delgado.

La debilidad naranja no sólo está reflejada en urnas, sino sobre todo en su incapacidad estructural: A pesar de contar con 380,000 afiliados (30% más que los del PAN), durante la elección presidencial de 2018 Movimiento Ciudadano únicamente logró acreditar representantes de partido en el 35.5% de las casillas. En comparación, el PAN lo hizo en el 76% y Nueva Alianza, partido que perdió el registro, logró movilizar representantes la mitad de las urnas.

Fuera de Jalisco y del fenómeno fosfo fosfo en Nuevo León, es tal la flaqueza de las filas emeceistas que, por ejemplo, durante las elecciones intermedias de 2021, Salomón Chertorivski fue uno de los rostros más visibles de la campaña federal del partido y apenas alcanzó el 4.6% de la votación en el Distrito 10. Quedando en un lejano tercer lugar a más de 100,000 votos de la ganadora Margarita Zavala. A pesar de esta derrota por la vía uninominal, Movimiento premió a Chertorivski con una diputación plurinominal y aún lo reconoce como uno de sus principales líderes en la capital.

Camino similar transitaron las “Morras chilangas”, participantes de una campaña novedosa pero que fracasó en las urnas: Sofía Castro Guerrero compitió por el Distrito Federal 23 en la CDMX sólo fue favorecida con el 4% de la votación. Jenny Tamara Ibarra, candidata en el Distrito 15 de la CDMX, alcanzó el 2.7%. Patricia Urriza Arellano quien fue candidata por la Alcaldía Coyoacán apenas superó el 3%. Zurishaday Hernández que compitió por la Venustiano Carranza únicamente el 2.7% y Sofía Margarita Provencio O Donoghue que aspiró a una diputación local por el Distrito 32 logró el 3.4% de los sufragios.  Los resultados obtenidos de las cinco candidatas suman 35 mil votantes.

Quizá en reconocimiento tácito de estas debilidades fue que MC decidió no participar de las recientes contiendas en Coahuila y Estado de México. Sin embargo, enarbolaron un discurso soberbio e innecesariamente confrontativo para justificar su ausencia en la contienda. “Quieren que nos subamos al Titanic como violinistas de su orquesta imaginaria” aseguró Dante Delgado recién pasados los comicios que llevaron a Morena al 305 de Paseo Colón en Toluca.

Peor aún, MC no participó oficialmente en la disputa, pero trabajó activamente en contra de la candidata Alejandra del Moral. A pocos días de la jornada electoral Jorge Álvarez Máynez, diputado plurinominal; Salomón Chertorivski y las morras chilangas lanzaron la campaña: “Con el PRI ni a la esquina”. Un slogan con el que coincido plenamente, pero que dado el tiempo electoral fue leído como un esfuerzo de Dante por favorecer al partido guinda y puso a Movimiento Ciudadano en la solitaria brecha del “purismo”, pues al descalificar a todos los partidos, cierra la posibilidad de una alianza que les ayude a obtener el 3% mínimo de votación que exige la ley para no perder el registro.

Sin duda, Movimiento Ciudadano está logrando consolidarse como una alternativa a las opciones tradicionales en la política mexicana, y rumbo a 2030 podría convertirse en un agente competitivo, pero al día de hoy el desempeño real en las urnas no justifica la narrativa optimista y confrontativa de su líder. De tal suerte que las diversas voces al interior de MC que pugnan por lograr una alianza para 2024 no sólo representan al ala más pragmática, sino quizá también la más humilde y la de mejor juicio. Ante lo cual cabe preguntarse si Movimiento Ciudadano está listo para asumir un papel protagónico de la política nacional o si seguirá siendo más un fenómeno mediático que electoral.